"Vinieron a verme para que prestara mi cooperación en la campaña, teniendo en cuenta que había cursado el octavo grado. Me hablaron claro, es donde se necesite un maestro, puede ser en el pueblo o en una apartada zona rural, entonces, siguiendo el ejemplo de mis otros dos hermanos, dí mi disposición", relata Floreme.
"Tuve suerte, pues me ubicaron aquí en mi propia casa, con una relación bastante amplia de vecinos que eran analfabetos, empezando por mi padre Manuel Gutiérrez que tampoco sabía leer, ni escribir.
Cuenta Floreme que se levantaba muy temprano, y daba clases a un primer grupo y más tarde se trasladaba a pié hasta el reparto El Vaquerito, donde tenía otra aula con una matrícula considerable de vecinos interesados en aprender, entre ellos a Jorgito, quien tenía 16 años y cierto día se me acercó para pedirme permiso para asistir a las clases. "Le dí la oportunidad, joven que captó con mucha facilidad las lecciones y llegó a ser administrador de la panadería Mosquera y luego dirigente sindical, con amplios conocimientos culturales".
Abre un paréntesis y se refiere a su participación como combatiente de la clandestinidad, de su etapa como instructora de educación en la enseñanza primaria y de su papel en el Plan Asistencial creado por el gobierno en el territorio.
Floreme se refiere a muchos momentos importantes de la alfabetización y recuerda que se incorporó a la campaña con dos hijos pequeños que dejó al cuidado de su mamá para poder cooperar con este llamado de la Patria: "Y no le fallamos a Fidel".
Bonita historia la de los alfabetizadores. Muchas felicidades para Floreme.
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